La neurociencia está cada vez más presente en el marketing, tal es su importancia que se ha convertido en una de las disciplinas más valiosas dentro del sector. Sin embargo, todavía quedan muchos campos por descubrir dentro de esta ciencia.
Son muchas las estrategias de esta rama del marketing que ya todos conocemos y que influyen en el proceso de compra de los consumidores. Sabemos que el ritmo de la música hará que los clientes pasen más tiempo en una tienda o que compren de una forma más rápida.
También comprendemos el poder que tiene el olor durante todo el desarrollo. Este sentido surgiere sensaciones que hacen que los consumidores extraigan conclusiones de una forma subconsciente, convirtiéndose en una de las tácticas más efectivas del neuromaketing.
Y cómo no, sabemos la fuerza que ejerce el tacto para determinar si nos agrada o no un producto o una tienda. Nos fijamos en la iluminación, el olor, la música de fondo y muchas veces también en la textura.
Pero, demos un paso más, ¿Cómo influye la temperatura en las personas? El tiempo siempre ha influido de forma directa en nuestro estado de ánimo afectando también al comercio. Con el buen tiempo, salimos más a la calle y nos vemos más motivados a comprar. Sin embargo, cuando llueve tendemos a quedarnos en casa y hacer compras a través de internet.
Sin embargo, el tiempo también es un valor controlable. Cada vez son más las marcas y empresas que lo están empleando en los comercios, ya que jugar con la temperatura contribuye a que los clientes consuman de una forma u otra.
Como demuestra un estudio, las temperaturas de los comercios afectan al comportamiento de los consumidores. Cuando se está en un espacio más frío, las emociones se hacen con el control en la toma de decisión. Es decir, los usuarios tienden a pensar menos, dejan la razón a un lado y compran motivados por impulsos.
Cómo se ha demostrado con el paso del tiempo, tanto los productos como las experiencias se valoran más si la temperatura que nos rodea es más baja. Por este motivo, no es de extrañar que las tiendas más exclusivas apuesten por ratios gélidos en sus espacios.