La experiencia de cliente se ha convertido hoy en día en una de las grandes obsesiones de las marcas, quienes crean nuevas estrategias e implementan nuevas herramientas tecnológicas con el fin de conseguir el tan ansiado engagement.
Sin embargo, no debemos olvidar que la experiencia del cliente es un sentimiento y que, por lo tanto, implica poder comprender una emoción o una sensación para crear un vínculo emocional con el cliente.
La experiencia es aquello que podemos vivir, sentir y también recordar. Es decir, cuando experimentamos estamos conectando con diferentes sentimientos que permiten a las marcas establecer vínculos poderosos con su público objetivo.
Existen épocas en las que los usuarios se muestra más receptivos a la hora de vivir nuevas experiencias, como por ejemplo la San Valentín. Una época repleta de emociones, en la que, si las marcas juegan bien su papel, conseguirán fidelizar a sus clientes.
Muchas empresas creen que el marketing, para que sea efectivo, debe ser invasivo y generalista, sin embargo, es más eficaz apostar por lo que conocemos con el nombre de marketing relacional.
El objetivo principal de esta derivación del marketing se basa en tratar a los clientes como personas y no como usuarios, estableciendo una conversación durante todas las fases que intervienen en el proceso de compra.
Estar cerca de los consumidores y establecer una comunicación completamente personalizada, permite fidelizar a los consumidores a lo largo de todo el customer journey creando una experiencia en cada uno de sus pasos.